Nos quedamos en este pequeño y coqueto restaurante porque el jardín era muy tranquilo y con unas vistas espectaculares del puerto. La carta también nos pareció muy atractiva pero la fiesta gastronómica empezó cuando pedimos, aconsejadas por la cariñosa y amable Sonia, lo mejor de las recetas caseras de su abuela. Un festival de sabores y recuerdos de toda la vida en este entorno mágico de Menorca. Sin duda para repetir con alegría.
La amabilidad del personal es un gustazo. Destaco su preocupación porque estés bien y ofrecerte la mejor opción adaptada a ti.
Platos caseros de excelente calidad.
Hay varias opciones para vegetarianos y veganos. La tempura de coliflor con salsa romesco está muy buena y el canelón de verdura también.
Mi amigo se pidió una dorada y quedó encantado también.
De postre una tarta vegana casera de chocolate que no deja indiferente a nadie, de las mejores que he probado.
No es barato, pero vale la pena. Lo recomiendo.
Teníamos mucha ilusión al llegar ya que el sitio se ve muy bonito. Se come bien pero se paga más la ubicación del local que la calidad i cantidad según nuestra experiencia.
Hay opciones para vegetarianos, eso es un buen punto.
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